sábado, enero 01, 2005

Investigación / Algunos datos sobre la muerte de Atahualpa

Por Idel Vexler Tello
En la tarde del 1 de noviembre de 1532, el Inca salió de su campamento cerca de los baños y entró a la plaza de Cajamarca. Lo acompañaba el señor de Chincha, cargado en andas, además de un gran número de lugartenientes. Se cree que no tenían armas, aunque algunos historiadores afirman que podían tenerlas ocultas.

Pizarro había dispuesto, que los cuerpos de infantería y caballería se ocultasen en unos galpones que daban la plaza de Cajamarca. Pedro de Candia, encargado de la artillería, se colocaría en el cerro de Rumitiana, un lugar perfecto para observar los movimientos del Inca.

En un templete, ubicado en el centro de la plaza, se hallaba oculto Pizarro con un grupo de españoles. La idea era salir a la captura del Inca, junto con la caballería, la infantería y la artillería. La única posibilidad de vencer era tomando por sorpresa a los indios, dada su mayor cantidad con referencia al los españoles. Por otro lado, Atahualpa estaba convencido de que sus hombres podían derrotar y capturar a los españoles en la plaza; había enviado a su general Rumiñahui, con Indios y sogas, a las afueras de Cajamarca, para apresar a todos aquellos españoles que intentasen la fuga.

Una vez dentro de la plaza, Atahualpa preguntó por los españoles. Los indios le contestaron que estaban ocultos en los galpones que rodeaban la plaza, y que se habían escondido por miedo. El Inca iba a comenzaba a dar órdenes, cuando aparecería Fray Vicente de Valverde, el sacerdote dominico que era capellán de la expedición. El Inca dejó que se le acercara. El fraile se puso delante suyo y le aplicó la fórmula del Requerimiento. El traductor era un Indio llamado Martinillo. El Requerimiento, era una especie de pequeño discurso que los conquistadores -en este caso el cura Valverde- debían de dar antes de cualquier batalla con los indios. A través del Requerimiento, el conquistador hacía saber que el Papa era señor de todo el mundo, y como tal había confiado el dominio de los indios al Rey de Castilla, Carlos V. El conquistador, como representante del Papa y del Rey, exigía la obediencia de los indios a su figura. Si estos últimos no aceptaban el Requerimiento, los españoles consideraban que tenían todo el derecho para atacarlos. Este sistema permitió a los españoles pensar que tenían la razón para atacar o, dicho de otra manera tenían una causa justa para el ataque. El Requerimiento fue, pues, parte del “equipo moral” de la conquista. Era imprescindible puesto que nadie pelea pensando que su enemigo tiene la razón.

Al escuchar Atahualpa, hablar de un Dios desconocido, de un Papa que estaba en Roma y de un Emperador del cual no tenía referencia; preguntó a Valverde de dónde sacaba estos nombres, mientras le aplicaba el Requerimiento, con la biblia.

El Inca tomó el libro en sus manos, lo miró, lo palpó, lo acercó a su oreja y luego lo arrojó al no encontrarlo interesante. Los indios no tenían ni idea de lo que era un libro, pues no tenían escritura, o si la tuvieron ésta aún no ha sido descifrada. Valverde recogió la Biblia y Atahualpa le dijo que volviera con sus compañeros, y que le entregaran todo lo que habían robado desde la Bahía de San Mateo hasta Cajamarca. Lo dijo tan fieramente que Valverde comenzó a correr donde estaba escondido Pizarro gritando: «Cristianos ¿qué esperan ustedes? los evangelios están por tierra». Atahualpa había tirado la Biblia y Valverde tenía todo el derecho, dentro de la mentalidad europea de esa época a indignarse.

Pizarro ordenó disparar un arcabuz y agitar una bandera blanca. A estas señales y a la voz de «¡Santiago!» salieron. Primero salió la gente que estaba escondida con Pizarro, luego la caballería, que se arrojó contra los indios, y por último la infantería. Pedro de Candia desde el Rumitiana, comenzó a disparar. Los indios que tenían armas fueron tomados por sorpresa, rápidamente los españoles dominaron la situación. Pizarro, aprovechando el caos que reinaba en la plaza, logró llegar a la litera del Inca y tomarlo prisionero. Algunos indios lograron escapar. Era tal el miedo, que echaron a correr y derribaron uno de los muros que rodeaba la plaza. Al final de la lucha los cadáveres de los aborígenes llenaban la plaza de Cajamarca.

Atahualpa fue conducido al Amaru Huasi o Casa de la Sierpe, su prisión por algún tiempo. Rápidamente se dio cuenta de la codicia de los españoles, y a cambio de su libertad ofreció un fabuloso rescate: “llenar dos veces de plata y una de oro el cuarto de su prisión hasta donde llegara su brazo extendido, que era de casi dos metros de altura”. Desde ese momento comenzaron a llegar oro y plata a Cajamarca para cumplir con el rescate. Para apresurar su cumplimiento y traer metales finos, se organizaron dos expediciones. Una debía dirigirse al templo costeño de Pachacámac y la otra al Cusco. Los dos viajes se realizaron gracias al apoyo de los aliados de Atahualpa.

Estando prisionero, Atahualpa despachó a un mensajero ordenando a sus generales (Quiquiz, Chalcuchimac y Rumiñahui) la muerte de Huáscar. Estos cumplieron el mandato ahogándolo en el río Andamarca.

Al ver que las tropas indígenas se movilizaban hacia Cajamarca, los españoles comenzaron a sospechar de Atahualpa. Pensaron que el rescate era simplemente una manera de ganar tiempo para que sus tropas llegaran y, una vez organizados tomarían Cajamarca.

Cuarenta días después de iniciar la tarea del rescate, Pizarro, presionado por sus compañeros, ordenó la suspensión de la recolección de oro y plata a fin de comenzar a repartir el botín. Atahualpa no había podido llenar los cuartos ofrecidos, pero Pizarro daba por cumplida la promesa. Sin embargo, Pizarro no cumplió su parte y no dejó libre al Inca aduciendo razones de seguridad. A estas alturas eran muchos los españoles que pedían la pena de muerte para Atahualpa.

El gobernador ordenó que se hiciera la fundición del metal precioso el 13 de mayo de 1533. Al mes siguiente, el 18 de junio, se concluyó el reparto. Entre los principales personajes de la conquista, Francisco Pizarro fue el que más recibió. El único que no recibió botín fue fray Vicente de Valverde, debido a su voto de pobreza. Una parte del botín fue entregado a la Iglesia, para la evangelización.

Luego del reparto del botín, la mayoría de los españoles se mostraron más decididos a matar al Inca. Pero no todos estaban de acuerdo con la ejecución del Inca, entre ellos el propio Francisco Pizarro.

Las noticias del rescate de Atahualpa, por parte de sus generales, generó temores en Pizarro, considerando que la vida de todos los españoles estaba en peligro.

Cambió de parecer y decidió «juzgar» y dar muerte a Atahualpa. El juicio empezó la misma noche que Pizarro fue notificado de la movilización de tropas incaicas. Se le acusó de:
* Traidor: porque prometía fabulosos rescates, pero hacia todo lo posible para matar a los españoles.
* Regicida: por haber asesinado al Inca Huáscar.
* Fratricida: por haber ejecutado a otros hermanos suyos.
* Homicida: por haber matado a parientes y criados de la panaca de su padre.
* Incesto: por haber tenido relaciones sexuales con sus hermanas.
* Hereje: por rechazar la religión católica y creer en varios dioses.

Muchos de los delitos que se le imputaban a Atahualpa, no tenían sentido porque se le pretendía castigar por cosas que eran normales dentro de su cultura, por ejemplo el incesto.

Al día siguiente, el 26 de julio de 1533, Atahualpa fue llevado a la plaza de Cajamarca. Los españoles pensaban quemar vivo al Inca pero, Atahualpa aceptó ser bautizado, con lo que se le cambió la pena de la hoguera por la del garrote. El Inca no quería ser quemado, porque según las creencias andinas su alma desaparecería. Atahualpa, auxiliado por el indio Felipillo, quien actuaba como intérprete, le predicó “las palabras de la fe” para su bautizo, para ser luego ejecutado. Se dice que el Inca recibió el nombre de Juan o Francisco.

El Inca fue sepultado en la iglesia de Cajamarca. Cuando los españoles salieron de esa ciudad, bajaron los Indios y extrajeron el cuerpo de Atahualpa. Hasta hoy no se conoce el paradero del cuerpo del Inca.

5 Comments:

At 2:06 a. m., Blogger Idel te ilustra said...

Waldemar Espinoza "La Destrucción del Imperio de los Incas", Pablo Macera: artículos periodísticos y universitarios, María Rostorowski "Historia del Tahuantinsuyo", José Antonio Del Busto "Francisco Pizarro. El Marqués Gobernador". Y 9 años de estudios universitarios en la UNMSM del Perú, incluyendo estudios de pregrado y licenciatura.
Pero claro está, todo lo que se muestra es debatible, por ello el acápite "algunos datos".

 
At 2:15 a. m., Blogger Idel te ilustra said...

El nomnre exacto de la investigadora, es María Rosworowski De Diez Canseco.

 
At 2:49 a. m., Blogger Idel te ilustra said...

Parece que la noche juega una mala pasada en la escritura, disculpe el tipeo. El nombre es MARÍA ROSTWOROWSKI DE DIEZ CANSECO.

 
At 1:13 p. m., Anonymous Anónimo said...

Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.

 
At 3:50 p. m., Anonymous Anónimo said...

Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.

 

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