sábado, diciembre 04, 2004

Opinión / La pasión de Cristo, según Mel Gibson

Juan Bosco Monroy Campero
Doctor en teología

Ante la muerte de Jesús, hay que hacer una primera constatación referente al tipo de muerte que sufrió. Y hay que decir que Jesús no murió, sino que lo mataron. La muerte de Jesús no es la muerte, por causas naturales, de un hombre mayor al final de una larga vida; ni es la muerte por accidente, no prevista, intempestiva e inesperada. Es la muerte violenta de un hombre joven, al que se ha ejecutado después de seguirle un proceso y dictarle sentencia.
Es una muerte planeada y muerte antes de tiempo. Que los seres humanos muramos es natural ya que somos mortales; pero que un niño muera antes de los 5 años por desnutrición, ya no es natural ni humano. Es muerte antes de tiempo... y es inhumano e injusto. Estas muertes son planeadas, deseadas, como lo muestran las bombas en Madrid, o las campañas abortivas, o las muertes por hambre fruto de los planes del FMI o las que traerá el ALCA para nuestros países si se firma. La Comisión de la Verdad y la Reconciliación nos recuerda esto al afirmar que los muertos y desaparecidos del tiempo de la violencia formaron parte de una estrategia bien pensada y diseñada.
La muerte de Jesús se inscribe en esta categoría. Es un asesinato o por lo menos una ejecución. Y esto es importante porque frecuentemente se nos dice que Jesús murió por nuestros pecados, como si fuera una decisión suya el morir; como si fuera una especie de suicidio en el que Jesús voluntariamente busca la muerte porque de esa forma nos salva de los pecados. Esta postura además de contradecir las fuentes históricas levanta una pregunta: ¿Cómo y porqué la muerte cruenta de Jesús nos puede salvar de los pecados? Difícil encontrar una respuesta satisfactoria. Los evangelios y Flavio Josefo (historiador de la época), coinciden en que a Jesús lo mataron.
La película de Mel Gibson afirma claramente esta primera constatación aunque luego la diluya.
A partir de aquí surgen otras tres preguntas: ¿Porqué lo mataron? ¿Quiénes lo mataron? ¿Cómo lo mataron? La película responde sólo a la tercera pregunta y de manera distorsionada, precisamente por no haber respondido a las anteriores, especialmente a la primera que es la más importante.

La muerte es consecuencia de una práctica, de un modo de vivir

La muerte de Jesús tiene causas históricas; es consecuencia de algo que se ha vivido antes. Hay dos juicios previos, en los que señalan las causas de su muerte; hay testigos, acusaciones y sentencia.
En la noche, es apresado por los guardias del sanedrín, máxima autoridad religioso-política de los judíos y es juzgado por esta autoridad religiosa en un juicio sumario, clandestino, a medias de la noche. Esta celeridad y nocturnidad del proceso ya son indicativas; Jesús lo hace notar diciendo que sus obras han sido públicas en contraste con este procdimiento y exigiendo un juicio igualmente transparente.
Es interrogado acerca de su doctrina, de sus acciones y de su movimiento que son vistas como contrarias y amenazantes para el orden establecido. Se le acusa de querer desestabilizar y hasta destruir el sistema religioso judío, con todas sus implicaciones económicas y políticas. Finalmente es condenado a muerte como blasfemo, como hereje, como enemigo de ese orden.
Este conflicto no es nuevo, los evangelios insisten en que desde antes, este sanedrín miraba con sospecha a Jesús, le hacen interrogatorios, lo acosan, deciden prenderlo y hasta ofrecen recompensa por su cabeza. En el evangelio de Lucas, que es en el que Gibson dice basarse fundamentalmente, la primera acción pública de Jesús termina ya con intento de asesinarlo.
Al amanecer, lo llevan ante la autoridad romana. Los judíos no tenían autorización para ejecutar la pena de muerte; por eso es necesario que la sentencia la dicte el poder romano. Y ante el procurador cambian las acusaciones; ya no son contra el sistema religioso sino contra el sistema político: es acusado de subversivo, de soliviantar al pueblo, de promover que no se paguen impuestos y negar el fundamento de la autoridad del Cesar.
De hecho, la decisión final de matarlo es una decisión política. El procurador afirma que no encuentra delito en Jesús pero decide su muerte cuando se le presenta la disyuntiva entre Jesús y el Cesar. Jesús no es un delincuente, pero si es una amenaza al sistema político. Por eso es preferible soltar a Barrabás que sí es un delincuente pero no una amenaza para el sistema.
La muerte de Jesús no se puede desligar de su vida, de su accionar. Su acción fue considerada herética y subversiva frente al sistema establecido e impulsa a ese sistema a reaccionar eliminándolo ya que es una amenaza para el mismo.
Esto es lo que omite la película que presenta la pasión desligada de la vida de Jesús; hace unas cuantas referencias a ella y en ninguna alude a este conflicto, quedándose en temas estrictamente familiares, emotivos o puramente religiosos. Esto presenta una visión distorsionada del conflicto y lleva a sacar conclusiones equivocadas.

A Jesús lo condenan los poderosos de su tiempo
Una de las acusaciones que se le han hecho a la película es la de ser antisemita. No lo creo así; de hecho fueron los jefes de los judíos los que forzaron la situación y buscaron la muerte de Jesús. Querer negar esto sería querer negar la historia.
El problema radica más bien en no haber trabajado las causas históricas de la muerte, el porqué lo mataron. Al no hacerlo, la responsabilidad queda diluida de manera muy genérica en el pueblo judío. Si se hubieran trabajado, la responsabilidad aparece claramente delimitada en los grupos de poder que vieron amenazados sus intereses; no es un problema racial o étnico sino de poder. Los que buscaron su muerte no lo hicieron por ser judíos (aunque tenga algo que ver la manera como los judíos entendían la religión en aquel tiempo), sino por ser poderosos.
En los textos evangélicos, el conflicto creciente entre Jesús y estos grupos de poder es muy claro. Ciertamente el pueblo gritó pidiendo la libertad de Barrabas y la crucifixión de Jesús, pero los textos dicen que lo hizo presionado por los jefes. En todas las narraciones posteriores, se afirma que fueron los jefes los que lo entregaron. Más aún, muchas veces se dice que quisieron prenderlo pero no se atrevieron por miedo al pueblo; así que no podemos acusar al pueblo judío sino a los grupos de poder que se sintieron amenazados por el profeta marginal y marginado de Nazaret, por la postura de justicia y liberación que representaba Jesús.

A Jesús lo mataron como mataban a todos los revolucionarios de su época
Ya decíamos que la película responde sólo a la tercera pregunta: ¿Cómo mataron a Jesús? aunque lo hace distorsionadamente. Pone el énfasis en la crueldad, en la sangre, en el dolor. Esto debe haber sido cierto, ya que este tipo de muerte tenía la finalidad de amedrentar a los demás; la crueldad no era dirigida sólo al crucificado, sino a cualquier otro que estuviera pensando en hacer lo mismo. Es como si les dijeran: mira lo que te puede pasar. Tiene como finalidad provocar miedo y sumisión.
Sin embargo, aunque sea cierta la crueldad, contrasta con la sobriedad de las narraciones del evangelio. Mientras que en la película una de las escenas más largas, sangrientas y sádica, es la de la flagelación, en los evangelios simplemente dice que lo flagelaron. En los evangelios no corren los ríos de sangre que vemos en la película.
Sucede que para los evangelios, lo más importante no es esta crueldad sino las causas de la muerte. El "cómo" es importante en la medida que la crucifixión era la muerte destinada a los subversivos. Por esto es importante señalar que murió crucificado; no es importante la cantidad de sangre que corrió, sino que el poder reacciona matando a todos aquellos que estorban sus intereses.
La película, al centrarse en lo cruel de la muerte de Jesús, olvida y silencia que muchos otros sufrieron lo mismo que Jesús. Al centrarse en el dolor de Jesús desviamos la atención y silenciamos el dolor de todos los crucificados de la historia con los que se identificó Jesús, el Dios hecho pobre que defiende la justicia de las causas de los pobres históricos. Para el sistema es mejor despertar la compasión hacia el dolor de Jesús, que asumir la responsabilidad de tantos otros crucificados por el poder como los muertos de Irak, Afganistán, Vietnam; o los pobres de Latinoamérica o África; o los cubanos cercados económicamente; o los Zapatistas que buscan la liberación de su pueblo por medios pacíficos y se les responde con bombas; o los indígenas de la conquista... Sin olvidar que en muchos de estos casos, como en el de Jesús, también está en juego la religión y se usa el nombre de Dios para legitimar esas crucifixiones.

Algunas consecuencias
Presentar a Jesús y su muerte de este modo trae consecuencias. Es una película que puede despertar mucha devoción y piedad (por eso la recomiendan algunos sectores de la Iglesia) pero que no suscita ningún compromiso con los injusticiados de la historia (por eso la recomiendan los sectores de poder). Puede provocar una afluencia masiva de gentes a las iglesias pero llevará muy poca gente a las calles y a las organizaciones para luchar por el cambio social. Volverá a poner a la Iglesia en el centro de la atención pero hará olvidar el Proyecto de Jesús de construir el Reino de Dios (una sociedad justa, libre, igualitaria) sobre la tierra. Hará a muchos buscar los medios de ir al cielo después de muertos pero no impulsará a buscar los medios para hacer de esta tierra un cielo mientras se está en vida.
Distorsiona el rostro de Dios, volviendo a mostrar un Dios sediento de sangre, que sólo es capaz de salvar al hombre por el derramamiento de sangre y esto es lo que le pide a su hijo (a todos sus hijos), dolor, sacrificio, sufrimiento, muerte. No es el Dios dado a conocer por Jesús, que es el Dios de la vida, de la justicia, de la libertad, del compromiso con los desposeídos, los injusticiados, los perseguidos por causa de la justicia.
Deforma los procesos históricos y sociales; la libertad y la vida se consiguen por el derramamiento de sangre de los opositores y no por la práctica de la justicia y la igualdad. Ya está legitimada la matanza de Irak y tantas otras. Son derramamiento de sangre que consigue libertad.
En fin, es de nuevo la manipulación de la religión al servicio de los intereses del poder opresor.

1 Comments:

At 3:25 p. m., Anonymous Anónimo said...

Me parece que usted señor Hebry Manuel no es más que un fanatico religioso o un miembro ultraconservador del Opus-Dei que no acepta un analisis serio de la figura de Jesus de Nazaret como persona y no como una falasa divinidad ya que hoy se sabe que Jesus no fue hijo de Dios y que solo era un sabio de la epoca que hizo creer a muchos imbeciles como usted que era el mesias y que fingio una divinidad que hace que personas idiotas como usted no acepten su analisi, jesus no era dios y solo planteo una forma de revolucion pacifica ante el imperio romano que termino en su muerte, de existir su dios el no permitiria que escribiera esta opinion de un inutil de sus subditos y le digo que a mis 14 años creo saber, conocer,analizar e interpretar mejor la imagen de jesus que usted, el murio por imbecil y usted es mas imbecil todavia al tragarse toda la mierda que hay en un libro grueso qe ni el mando a escribir.

 

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