sábado, enero 08, 2005

Crónica / Historias de película

Por Idel Vexler Tello
Parte 1:
Con deseo, buscaba que llegara el momento de poder ver la película sobre la vida de “Alejandro Magno”. Recuerdo, que cuando desarrollaba uno de mis trabajos para mi licenciatura, uno de ellos se relacionaba a la historia macedónica y la vida de Alejandro “El Grande”. Esto por junio del 2004.
Llegada la fecha (enero del 2005), observé al momento de ingresar al cine, con sorpresa, la cantidad de gente que abarrotaba las butacas del mismo. Con cuidado, tuve que acomodarme en una de las filas laterales de la misma.
A pesar de los comentarios hechos a la película, por su poco cuidado histórico, un amigo historiador me hizo recordar los odios y pasiones que desata Oliver Stone, en cada uno de sus films. Y lo que me podía brindar ésta película para su análisis. Pero independientemente de la rigurosidad histórica de la misma, para lo cual recomiendo a quien la observe, se empape un tanto sobre la vida de este guerrero macedónico. Lo que me llamó poderosamente la atención, fue la actitud de los espectadores.
Y no fue su asombro, en la lucha de “Gaugamela” entre los babilonios y los macedonios; o la cuadratura de las falanges, frente al ejército asiático; o el deseo alejandrino de extender más halla del Indokush, el poder macedonio, a pesar del frío y lo temible del relieve asiático.
Fue por el contrario, la risa socarrona, el suspiro cómplice y la acomodaticia intolerancia. Que se sintió en las cuatro paredes del cine, cuando Alejandro suspiraba ante la caricia de su entrañable amigo de infancia o la necesidad de afecto que buscaba en la calidez de cualquier otro cómplice de su aventura homosexual.
Parece que gravitó en la mayoría de espectadores, el amor que puede generarse entre dos personas del mismo sexo, sin pensar en el origen de la “supuesta” homosexualidad o bisexualidad del mismo, sin sopesar la influencia de sus padres en su vida virginal.
Quedó aún lado, el deseo panhelénico de hacer un sólo núcleo cultural a Europa y Asia, sin considerar superiores al los mediterráneos e inferiores a quieres se hallan al este del Mar Rojo. El respeto a los cultos griegos, egipcios, babilonios e indios de Alejandro, quedaron a un lado.
La historia no esta envuelta por los amores de mil y un personajes, sino, por sus acciones llenas de valor y respeto, a quién es el más débil. Por lo magnánimo de su andar en sus reyertas o conflictos, por su legado intelectual y sus enseñanzas, en las generaciones que le siguen.
Es interesante, conocer más la vida personal de estos personajes llenos de triunfo y gloria, pero el análisis histórico, no se apoya en cuestiones superficiales o comerciales de estos, que fueron y son, hombres y mujeres con los mismos miedos, temores y gustos, que muchos tratan de esconder con una media sonrisa, o con la misma intolerancia de los lugartenientes de Alejandro Magno.

Fuente de la imagen: http://thales.cica.es/rd/Recursos/rd98/HisArtLit/01/alejandro.jpg

Parte 2:
Gustoso de la primera gran estafa, busqué sentir la misma acción en esta segunda versión. Pero, la acción no vino de las pantallas. En la previa de la misma, un personaje, de no más de 20 años, creo; extendió sus largas piernas, en los asientos que se encontraban frente al suyo, generando que la fila de butacas se moviera con la misma virulencia, con la que los “Ocean´s Twelve” realizaban sus robos. Dentro de esta fila, me encontraba saboreando una gaseosa y una rica canchita, las cuales saltaron sobre mi polo marca “gamarra” que recién había adquirido.
Mi paciencia fue tal, que supuse que la torpeza de este individuo se corregiría en el andar del film.
Pero, ante la inmovilidad de su extremidades, intente civilizadamente inducirlo a corregir su bestialidad. Cuando de pronto, un enjambre de adolescentes ingresaron con voz altisonante y con celulares encendidos, cuando se daba inicio la película. Estas jóvenes no identificaron, en ninguna de sus neuronas (si es que la tuvieran), el respeto a los espectadores, el silencio y mucho menos la idea que podían incomodar a alguno que deseaba distraerse, frente a tan promocionado film.
Esto generó mi absoluto enojo, el cual me dejó inmovilizado, no sólo por la coca cola helada la cual se extendía sobre los pliegues de mi polo, sino por lo escasez de respeto y cultura, en estos adolescentes y jóvenes.

Parte 3:
Debo decir que todas estas experiencias, las viví en el cine Planet de Limatambo, al cual poca responsabilidad le cabe, espero.

1 Comments:

At 10:37 a. m., Blogger Unknown said...

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