miércoles, marzo 23, 2005

Investigación / Nicolás Maquiavelo (2)

MAQUIAVELO Y SU OBRA

Maquiavelo tuvo una carrera política frustrada que le dio una amplia experiencia de las cosas modernas, junto a una continua lectura de lo antiguo, le dio materia e importancia a sus obras desde el siglo XVI hasta nuestros días.
Buscó congraciarse con los Medicis a través del Príncipe, con un objetivo político de más largo alcance: condensar sus experiencias en las tareas del Estado, buscando encarnar su ideal de Estadista para lograr sus propósitos de gloria.
Maquiavelo es el tránsito entre la sociedad medieval y la moderna, expresada en su obra, recuperando escritos clásicos –especialmente de la gloriosa Roma- combinándolos con su experiencia. Su gran logro será apuntalar el papel de los propios hombres en la construcción de su historia y su destino; esboza un tipo de racionalidad que, sostenida en la vieja filosofía clásica, se alejará de las influencias divinas, entendiendo que si el hombre lograba entender como funciona la historia y los hombres, podría dominarlos y manejarse por sobre ellos, es decir en un realismo que fuera un soporte suficientemente fuerte para conseguir objetivos trascendentes.
Para Quentin Skinner, Maquiavelo es un “filósofo de la libertad”, para él, el hombre tiene la posibilidad de ejercer su libre albedrío. Sin embargo, a diferencia del “espíritu burgués” sus objetivos no serán la defensa de intereses propios, la política para defender la propiedad; sus objetivos serán el honor y la gloria del Estado, de la comunidad política dirigida por hombres virtuosos, valerosos, decididos, dispuestos a esta tarea, siempre vigilantes de sus conciudadanos proclives a caer en los vicios o incapaces de actuar por su indolencia y su formación cristiana en las situaciones difíciles.
A continuación haremos un recorrido por algunos aspectos de su pensamiento, evidentemente entrando en polémica y en otros casos recogiendo las opiniones de diversos autores sobre este pensador y su obra. Luego iremos más propiamente a discutir su filosofía de la historia, en cierta forma fatalista, realista, voluntarista.
ANÁLISIS DE LA OBRA EL “EL PRÍNCIPE

1. Resistencia a los cambios
Los hombres viven tranquilos si se les mantiene en las viejas formas de vida. La incredulidad de los hombres, hace que nunca crean en lo nuevo hasta que adquieren una firme experiencia de ello.
La naturaleza de los pueblos es muy poco constante: resulta fácil convencerles de una cosa, pero es difícil mantenerlos convencidos.

2. La venganza
A los hombres se les ha de mimar o aplastar, pues se vengan de las ofensas ligeras ya que de las graves no pueden: la afrenta que se hace a un hombre debe ser, por tanto, tal que no haya ocasión de temer su venganza.

3. Cuando iniciar el combate
Cuando no se tenga problemas, pues no se le evitará, tal vez se podrá retrasarla.

4. Imitar a los grandes hombres
Un hombre prudente debe discurrir siempre por las vías trazadas por los grandes hombres e imitar a aquellos que han sobresalido extraordinariamente por encima de los demás, con el fin de que, aunque no se alcance su virtud algo nos quede sin embargo de su aroma.

5. Las recompensas
Quien cree que nuevas recompensas, hacen olvidar a los grandes hombres de las viejas injusticias de que han sido víctimas, se engañan.

6. La crueldad
Se puede hacer un buen o mal uso de la crueldad. Bien usadas se pueden llamar aquellas crueldades (si del mal es lícito decir bien) que se hacen de una sola vez y de golpe, por la necesidad de asegurarse, y luego ya no se insiste más en ellas, sino que se convierten en lo más útiles posible para los súbditos. Mal usadas son aquellas que, pocas en principio, van aumentando sin embargo con el curso del tiempo en lugar de disminuir.

7. Las injusticias y los favores
Las injusticias se deben hacer todas a la vez a fin de que, por probarlas menos, hagan menos daño, mientras que los favores se deben hacer poco a poco con el objetivo de que se aprecien mejor. Los hombres, cuando reciben el bien de quien esperaban iba a causarles mal, se sienten más obligados con quien ha resultado ser su benefactor, el pueblo le cobra así un afecto mayor que si hubiera sido conducido al Principado con su apoyo.

8. Contraer obligaciones
La naturaleza de los hombres es contraer obligaciones entre sí tanto por los favores que se hacen, como por los que se reciben.

9. La apariencia de las cosas
La poca prudencia de los hombres impulsa a comenzar una cosa y, por las ventajas inmediatas que ella procura, no se percata del veneno que por debajo está escondido.

10. Prudencia
El que no detecta los males cuando nacen, no es verdaderamente prudente.

11. El arte de la guerra
Un príncipe que no se preocupe del arte de la guerra, aparte de las calamidades que le pueden acaecer, jamás podrá ser apreciado por sus soldados ni tampoco fiarse de ellos.

12Lo que se debe hacer
Quien deja a un lado lo que se hace por lo que se debería hacer, aprende antes su ruina que su preservación.

13. Generosidad
Hay que ser liberal con todos aquellos a quienes no quitan nada -que son muchísimos- y tacaño con todos aquellos a quienes no dan, que son pocos.
Con aquello que no es tuyo ni de tus súbditos se puede ser considerablemente más generoso. El gastar lo de los otros no te quita consideración, la aumenta.

14. Castigos
Con pocos castigos ejemplares, será más clemente que aquellos otros que, por excesiva clemencia, permiten que los desórdenes continúen, de lo cual surgen siempre asesinatos y rapiñas.

15. Naturaleza humana
Se puede decir de los hombres lo siguiente: son ingratos, volubles, simulan lo que no son y disimulan lo que son, huyen del peligro, están ávidos de ganancia; y mientras les haces favores son todos tuyos, te ofrecen la sangre, los bienes, la vida y los hijos cuando la necesidad está lejos; pero cuando ésta se te viene encima vuelven la cara. Los hombres olvidan con mayor rapidez la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio.

16. Evitar el odio del pueblo
El príncipe debe hacerse temer de manera que si le es imposible ganarse el amor del pueblo consiga evitar el odio, porque puede combinarse perfectamente el ser temido y el no ser odiado. El príncipe debe evitar todo aquello que lo pueda hacer odioso o despreciado.

17. Fidelidad a la palabra dada
No puede un señor prudente -ni debe- guardar fidelidad a su palabra, cuando tal fidelidad se vuelve en contra suya y han desaparecido los motivos que determinaron su promesa. Si los hombres fueran todos buenos, este precepto no sería correcto, pero -puesto que son malos y no te guardarían a ti su palabra- tú tampoco tienes por que guardarles la tuya.

18. Simular y disimular
Es necesario ser un gran simulador y disimulador: y los hombres son tan simples y se someten hasta tal punto a las necesidades presentes que el que engaña encontrará siempre quien se deje engañar.

19. Cualidades del Príncipe
De ciertas cualidades que el príncipe pudiera tener, incluso me atreveré a decir que si se las tiene y se las observa siempre son perjudiciales, pero sí aparenta tenerlas son útiles; por ejemplo: parecer clemente, leal, humano, íntegro, devoto, y serlo, pero tener el ánimo predispuesto de tal manera que si es necesario no serlo, puedas y sepas adoptar la cualidad contraria.

20. Apariencia
Cada uno ve lo que parece, pero pocos palpan lo que es.

21. Delegar las medidas impopulares
Los príncipes deben ejecutar a través de otros las medidas que puedan acarrearle odio y ejecutar por sí mismo aquellas que le reportan el favor de los súbditos. Debe estimar a los nobles, pero no hacerse odiar del pueblo.

22. Elección y manejo de consejeros
No hay otro medio de defenderse de las adulaciones que hacer comprender a los hombres que no te ofenden si te dicen la verdad; pero cuando todo el mundo puede decírtela te falta el respeto. Un príncipe prudente se procura un tercer procedimiento: elige hombres sensatos y otorga solamente a ellos la libertad de decirle la verdad, y únicamente en aquellas cosas de las que les pregunta y no de ninguna otra.

23. Entretener al pueblo
Se debe entretener al pueblo en las épocas convenientes del año con fiestas y espectáculos.

24. Alianzas
Hay que guardarse de entablar una alianza con alguien más poderoso que tú, para atacar a otros, a no ser que te veas forzado a ello. La razón es que en caso de victoria te haces su prisionero y los príncipes deben evitar en la medida de lo posible el estar a discreción de los demás. También se adquiere prestigio cuando se es un verdadero amigo y un verdadero enemigo, es decir, cuando se pone resueltamente en favor de alguien contra algún otro. Esta forma de actuar es siempre más útil que permanecer neutral, porque cuando dos estados vecinos entran en guerra, como son de tales características que si vence uno de ellos haya de temer al vencedor. El vencedor no quiere amigos dudosos que no lo defiendan en la adversidad; el derrotado no te concede refugio por no haber querido compartir su suerte con las armas en la mano.

25. Prestigio
Ayuda también bastante dar ejemplos sorprendentes en su administración de los asuntos interiores, de forma que cuando algún subordinado lleve a cabo alguna acción extraordinaria (buena o mala), se adopte un premio o un castigo que de suficiente motivo para que se hable de él. Hay que ingeniárselas, por encima de todo, para que cada una de nuestras acciones nos proporcionen fama de hombres grandes y de ingenio excelente. Hay muchas gentes que estiman que un príncipe sabio debe, cuando tenga la oportunidad, fomentarse con astucia alguna oposición a fin de que una vez vencida brille a mayor altura su grandeza.




1 Comments:

At 9:55 p. m., Blogger Roberto Iza Valdés said...

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