Investigación / Neruda, el hombre
La fecha de nacimiento de todo gran hombre debe ser recordada. Pero ¿quién es capaz de decir en este momento en que día nació Pablo Neruda y cuál fue su verdadero nombre? Pues bien, el 12 de julio de 1904, en Parral, Chile; abrió los ojos a este mundo el nuevo Orfeo. Hijo de don José del Carmen Reyes Morales y de doña Rosa Basoalto, recibió el nombre de Neptalí Ricardo. Un mes más tarde, murió doña Rosa y dos años después padre e hijo se trasladaron a Temuco, donde don José del Carmen, contrajo nuevas nupcias con doña Trinidad Candia Marverde. El futuro Pablo Neruda, hizo sus estudios en la ciudad de su nueva residencia, y el 18 de julio de 1917 se publica en el diario La Montana un artículo titulado "Entusiasmo y perseverancia" bajo la firma de Neptalí Reyes. Fue la primera vez que las letras de molde reprodujeron un escrito de este poeta en ciernes. Quien habría de adoptar el pseudónimo de Pablo Neruda ‑en forma definitiva‑ en octubre de 1920. En noviembre de ese año obtuvo el primer premio en la fiesta de la primavera en Temuco y comenzó a preparar dos libros: Las insular extrañas y Las Canciones inútiles, que no se publicaron, aunque parte de estos volúmenes se incluyó en Crepusculario, cuya edición príncipe apareció en junio de 1923; además, en ese mismo año publicó cuatro poemas, de los cuales tres se incluyeron en El hondero entusiasta en 1933. Colaboró con sus poemas en numerosas revistas, y algunos de ellos formaron parte de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada, editados en junio de 1924 por la Editorial Nascimiento. En agosto, el diario La nación dio a la luz una carta de Neruda en la que explica el proceso de creación de los Veinte poemas. Como casi todos los buenos poetas de esos principios de siglo, Neruda desempeñó una intensa actividad diplomática, y en 1927 fue nombrado cónsul ad honorem en Rangun, Birmania, para después pasar con el mismo carácter a Colombo, Sri Lanka. En 1930 ocupó el consulado en Batavia, Java. Allí, al calor y ante la poética imagen de las islas de los mares del sur, contrajo nupcias con doña Maria Antonieta Agenaar Vogelzanz. Después de un nuevo consulado, ahora en Singapur, regresó a su patria, donde trabajó en la edición del texto definitivo del libro que es motivo de este opúsculo, en 1932. Durante el año siguiente, la editorial Nascimento publicó lujosamente Residencia en la tierra, con poemas escritos entre los años 1925 y 1931, para volver a su desempeño diplomático como cónsul en Buenos Aires. Su hija Malva Marina ‑que vivió solo ocho años‑ nació en Madrid en 1934, donde el poeta era representante de su país y había iniciado lazos amistosos con varios escritores hispanos. Allí fue donde Federico García Lorca, le comentó a él, lo que había sucedido con La casada infiel. De modo similar que al poeta chileno con Farewell, pero según el granadino, "ese era el precio de la fama”. En abril de 1935, los poetas españoles publicaron un Homenaje a Pablo Neruda en Ediciones Plutarco. Esta grata estadía en la Península duró hasta el inicio de la guerra civil española el 18 de julio de 1936. El asesinato de García Lorca lo impresionó vivamente y Neruda dio comienzo a la redacción de España en mi corazón. Fue destituido de su cargo consular y se retiró a París, donde colaboró con César Vallejo para fundar el "Grupo hispanoamericano de ayuda a España". De regreso a su tierra, en 1937, el 13 de noviembre publicó su libro iniciado un año antes en España. Siendo cónsul para la emigración española, con sede en París, en 1939 realizó hábiles gestiones en favor de los refugiados españoles, y parte de los cuales embarcaron rumbo a Chile. Nuevamente en su país, en 1940, continua escribiendo el Canto general de Chile, título que después se redujo a Canto general. Luego llegó como cónsul a México donde, en la ciudad de Cuernavaca, fue víctima de un atentado por nazis criollos. Como una reparación a este injustificable hecho, en 1942, las calles de la ciudad de México se vieron inundadas con afiches en los que se reprodujo el texto de su Canto de amor a Stalingrado. Volvió a Chile y el 4 de marzo de 1945 fue electo senador; poco después, se le concedió el premio Nacional de Literatura de su país, y en septiembre publicó su poema Alturas de Macchu Picchu. México le concedió la Orden del Águila Azteca en 1946, año digno de recordarse, pues se publica en Dinamarca y en Estados Unidos Residencia en la tierra y en Brasil sus Veinte poemas de amor; además, el 28 de diciembre, por sentencia judicial, fue confirmado legalmente su nombre: Pablo Neruda. El conjunto de sus libros Las furias y las penas, España en mi corazón y otros más, se incluyeron en la edición definitiva de Residencia en la tierra en 1947. Como consecuencia de un discurso pronunciado por Neruda en la tribuna del senado de su país, publicado después como "Yo acuso", los tribunales de justicia chilenos ordenaron su detención el 5 de febrero de 1948, obligando al poeta a vivir en la clandestinidad mientras continuaba la redacción de su Canto general. Pudo abandonar el territorio chileno al año siguiente para iniciar un continuo viaje por el mundo: la Unión Soviética, Polonia, Hungría, México, mientras sus obras se publicaban en numerosos idiomas: alemán, checo, chino, danés, húngaro, inglés, etcétera. México tuvo el honor de dar a la luz pública el Canto general en 1950, en dos ediciones, una a cargo del Comité Auspiciador y otra por Ediciones Océano, ambas con ilustraciones debidas a los pinceles de David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera, juntándose las cumbres de la poesía y la pintura de entonces... y de siempre. Ese mismo año tuvo también un reconocimiento mundial cuando en Varsovia se le concedió, junto con Pablo Picasso y otros artistas e1 Premio Internacional de la Paz. El año 1952 fue un año relativamente tranquilo. Refugiado en la idílica isla de Caprí, inició su libro Las uvas y el viento; además, se publica privada y anónimamente su obra Los versos del capitán y comenzó a escribir sus Odas elementales. Andando de viaje por Europa, al cabo de tres años y medio, en agosto fue revocada la orden de aprehensión en su contra y pudo regresar con seguridad a Santiago, donde fue recibido con grandes muestras de simpatía por parte del pueblo. Su obra literaria no tiene interrupción. Sucesivamente se publican las Odas, en 1954; funda la Gaceta de Chile en 1955; Nuevas odas elementales en 1956; Obras completas en 1957; el Estravagario en 1958; Cien sonetos de amor, en edición privada, de 1959; al año siguiente, Jean Marcenac tradujo su poema Toros ilustrado con dieciséis aguafuertes de otro Pablo genial: Picasso; 1961 fue el año que vio la aparición del millonésimo ejemplar de los Veinte poemas de amor. Durante los años siguientes fue continua la edición de sus libros anteriores, con traducciones a casi todos los idiomas del orbe. En 1965 la universidad de Oxford le otorgó el doctorado Honoris Causa, primera ocasión en que un latinoamericano recibía esa distinción. Los años de 1966 a 1968 fueron de viajes y preseas; además, aparecieron Arte de pájaros, Fulgor y muerte de Joaquin Murrieta y Las manos del día. La participación política de Neruda no tuvo mas que ligeros recesos y se combinó perfectamente con su producción poética. Así en 1970, participó activa y eficazmente en la campaña presidencial en favor de Salvador Allende, y al asumir este la presidencia de Chile, Neruda fue designado embajador de su país en Francia. Además, Editorial Losada publicó sus títulos La espada encendida y Las piedras del cielo. A Neruda únicamente le faltaba un reconocimiento a su amplia labor literaria: el Premio Nobel, el cual le fue otorgado el 21 de octubre de 1971, por la enorme trascendencia de su obra, tanto en el terreno poético como en el de la consecución de la paz y la concordia humanas. Así se iniciaron los últimos años del poeta, quien no abandonó sus empeños en ningún momento. En 1972 se publicó Geografía infructuosa y, después de haber renunciado a su cargo de embajador, inició la redacción final de sus memorias. Regreso a su amado Santiago donde fue recibido en forma masiva por el pueblo, acto sin precedentes celebrado en el Estadio Nacional. Y llegó el fatídico año de 1973. Haciendo esfuerzos inconcebibles en defensa de la integridad del país, editó la Incitación al nixonicidio y la Alabanza a la nación chilena. A mediados de año, lanzó a los intelectuales latinoamericanos un llamado angustioso a fin de que participaran en cualquier forma para evitar la guerra civil en Chile, pero todo su esfuerzo resultó en vano y el 11 de septiembre el golpe pinochetista derribó el gobierno constitucional de Salvador Allende. Doce días después, “como si su corazón hubiera agotado todo amor por la vida, las cocas, la paz y su patria, dejó de latir en Santiago de Chile, enlutando las artes universales”. Pablo Neruda murió, y sus casas de Valparaíso y Santiago fueron saqueadas y destruidas por vándalos fascistas chilenos. El hombre pasó por la historia dejando una huella de flores y cantos, como dirían nuestros poetas en náhuatl, inmarcesibles y recordados en cada momento de nuestra vida, porque como Netzahualcoiyotl, Neruda siempre consideró al hombre universal como su hermano. |
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